EL 17 DE OCTUBRE, según Leopoldo Marechal "Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra:
"Yo te daré te daré, Patria hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P Perooón".
Y aquel "Perón" resonaba periódicamente como un cañonazo. Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina "invisible" que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista".
Al 17 de octubre
Era el pueblo de Mayo quien sufría, no ya el rigor de un odio forastero, sino la vergonzosa tiranía del olvido, la incuria y el dinero.
El mismo pueblo que ganara un día su libertad al filo del acero tanteaba el porvenir, y en su agonía le hablaban sólo el Río y el Pampero.
De pronto alzó la frente y se hizo rayo (¡era en Octubre y parecía Mayo!), y conquistó sus nuevas primaveras.
El mismo pueblo fue y otra victoria. Y, como ayer, enamoró a la Gloria, ¡y Juan y Eva Perón fueron banderas!.
Fragmento extraído de la entrevista Palabras con Leopoldo Marechal. Extraído del libro: "La Jornada del 17 de octubre".
EL 17 DE OCTUBRE, según Leopoldo Marechal
ResponderEliminar"Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra:
"Yo te daré
te daré, Patria hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que empieza con P
Perooón".
Y aquel "Perón" resonaba periódicamente como un cañonazo. Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina "invisible" que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista".
Al 17 de octubre
Era el pueblo de Mayo quien sufría,
no ya el rigor de un odio forastero,
sino la vergonzosa tiranía
del olvido, la incuria y el dinero.
El mismo pueblo que ganara un día
su libertad al filo del acero
tanteaba el porvenir, y en su agonía
le hablaban sólo el Río y el Pampero.
De pronto alzó la frente y se hizo rayo
(¡era en Octubre y parecía Mayo!),
y conquistó sus nuevas primaveras.
El mismo pueblo fue y otra victoria.
Y, como ayer, enamoró a la Gloria,
¡y Juan y Eva Perón fueron banderas!.
Fragmento extraído de la entrevista Palabras con Leopoldo Marechal. Extraído del libro: "La Jornada del 17 de octubre".