lunes, 16 de julio de 2012

Aníbal Troilo "Pichuco" 11 de Julio Día nacional del bandoneón


Aníbal Troilo "Pichuco" 11 de Julio Día nacional del bandoneón

Bandoneón Mario Benedetti
http://youtu.be/FgpUY9sNiZE

Bandoneon
me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneon
hay quien sostiene que lo toca dios
pero yo estoy seguro que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal
fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademan purisimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vertebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos
me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachacha
o merengue o bolero o tal vez casino
en ultimo caso valsecito o milonga
pasodoble jamas
pero cuando dios o pichuco o quien sea

toma entre sus manos la vida bandoneon
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que alla espera
el estuche.


Che Bandoneon! Troilo/Manzi
Roberto Goyeneche
https://www.youtube.com/watch?v=TCadSfCZqaQ

Anibal Troilo "Danzarín"
https://www.youtube.com/watch?v=9sSSHRDZYps

SUR Anibal Troilo
Roberto Goyeneche
http://youtu.be/UtYfE83T86o

Día nacional del bandoneón
11 de Julio

Homenaje a Aníbal Troilo "Pichuco"

Día Nacional del Bandoneón
Declárase esta fecha por Ley 26.035 con motivo del natalicio de Aníbal Troilo.
Aníbal Troilo

(1914-1975)

Troilo nació en Cabrera 2937, entre Anchorena y Laprida, es decir, en pleno barrio del Abasto pero se crió en Palermo.
Su padre murió cuando "Pichuco" tenía 8 años y su vocación por el "fueye" despertó cuando todavía cursaba la escuela primaria.
Fue un tío llamado Juan Amendolaro quien le impartió las primeras nociones de ejecución de bandoneón.
Y ya en 1926, con apenas 12 años, estaba tocando en un festival benéfico del Petit Colón, un cine de su barrio.
Nunca más se bajó de las tablas.
Fue al tango, como instrumentista, lo que Carlos Gardel a su interpretación cantada.
Ejecutante de bandoneón, justamente el instrumento símbolo del género, su apodo familiar de "Pichuco" trascendió a la sociedad
y coexistió armoniosamente con el artístico de "El Bandoneón Mayor de Buenos Aires",
según lo bautizara el poeta lunfardo Julián Centeya.
Varios factores contribuyeron a hacer de Troilo un mito viviente:
su manera de tocar "hacía hablar" al bandoneón en los fraseos,
del mismo modo que la trompeta de Louis Armstrong "enseñaba" a cantar jazz a sus contemporáneos.
Pero además, Troilo fue un melodista inigualable,
cuyo talento para la composición quedó registrado en temas como los que escribió para letras de Homero Manzi
("Barrio de tango", "Sur", "Discepolín", "Che Bandoneón"), o de Cátulo Castillo ("María", "La última curda") o en su "Responso",
a la muerte, justamente, de Homero Manzi, en 1951.
Fue autor de 60 tangos. Todos inolvidables. Sus músicos decían que llevaba al tango en la piel.
Tocaba como bailaban los bailarines de antes, resbalando sobre el piso encerado.
Eso no se lo enseñó nadie, porque eso no se aprende sino que se trae en el alma.
Es necesaria una sensibilidad muy especial y Troilo la tenía, por eso fue lo que fue.
Sus sucesivas formaciones orquestales no sólo incorporaron a cantores insignes
-Alberto Marino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Elba Berón, Nelly Vázquez-
sino a instrumentistas prestigiosos, auténticos paradigmas del género:
los pianistas Orlando Goñi, José Basso, Carlos Figari y Osvaldo Berlingieri;
los bandoneonistas Astor Piazzolla, Ernesto Baffa y Raúl Garello; los violinistas Hugo Baralis, Salvador Farace y Juan Alzina;
el cellista José Bragato...
Como siempre sucede, los artistas que logran aquerenciarse en el espíritu ciudadano son humildes de alma,
desdeñan los oropeles del éxito y disfrutan el regocijo que sólo proporcionan "esas pequeñas cosas".
Remolón, parsimonioso, "fiaca" confeso, Troilo se volvía frenético cuando lo asaltaba la inspiración o
cuando sus kilos de más y la jaula sobre sus rodillas conjugaban un solo cuerpo de pasión tanguera.
La gente le tenía cariño, siempre lo reconoció; y él siempre decía:
"Los que caminan al bardo, como yo, siempre quieren a los que les hacen bien".
Al bardo, para él, era caminar sin ton ni son.
Los que lo conocieron muy de cerca afirman que un hijo podría haberle cambiado la vida.
Pero, no lo tuvo, siempre se jactó de su amor por la noche.
Un día, entró a una Iglesia y discutió con el párroco que pretendió darle un sermón.
"El recién tenía treinta años y me quería enseñar a vivir a mí, justo a mí, que me pasé la vida en la calle, a los golpes con la vida,
con la gente y conmigo mismo, porque yo siempre fui mi peor enemigo.
Pichuco fue el peor enemigo de Aníbal Troilo".
Solía cerrar los ojos cuando tocaba y nunca supo explicar porqué.
Si lo apuraban, decía que era porque, posiblemente, se sentía dentro de sí mismo.
Era así, parecía que se dormía sobre el fueye.
Los aplausos lo despertaban. Entonces, comprendía que todo había sido en vano, que nunca había estado solo.
Víctima de un derrame cerebral y de sucesivos paros cardíacos, Pichuco murió el 19 de mayo de 1975 en el Hospital Italiano,
pero aún hoy su recuerdo promueve un reverencial sentimiento de porteñidad

fuente tango-tour.com.ar/

FUEYE
Me jode confesarlo, pero la vida es también un bandoneón
Fiel compañero de todas las penas, tu quejumbrosa voz insufló en el tango otro espíritu. Confesor cuando el alma se subleva, bandoneón, cuando te abrís tu música ilumina, pero al cerrarte sos oscuro cachafaz. Entre la beatitud y el malandrinaje, para aprender a tocarte se necesita la inteligencia de los locos.

Se repite el cuento. Su llegada al Río de la Plata también fue controvertida. El bandoneón es la historia de un fracaso que nació en Alemania y terminó en los arrabales porteños. Fue creado por Hermann Ulgh en 1835, con el objetivo de difundir la música sacra en lugares abiertos y para reemplazar a los órganos. Pero no resultó. Después de décadas, un fabricante vendió estos instrumentos con las iniciales AA, que más tarde pasaron a ser Vertagh Heinrich Band, armados en el taller Band Union. Este taller dio origen a sus sucesivos nombres: bandunion, bandonion y finalmente bandoneón.

El que introdujo al país este sacro instrumento por el año 1862 fue Sebastián Ramos Mejía, un negro que guiaba una yunta de caballos en la Transwald y que se enganchaba a tocar en cafetines de mala muerte. Será por eso que el bandoneón le imprime al tango algo de liturgia y de su clima severo. Es tan particular que sus posibilidades expresivas permiten de la tonalidad alta del clarinete hasta el clavicordio.

Curiosamente, la mayoría de los arregladores de tango han sido bandoneonistas. Los que en un principio menos sabían del género pasaron a ser los más conocedores, quizás porque el bandonéon encierra una pequeña orquesta en sí mismo.
Hace 100 Años que nació el Tango...Gracias Gordo!!!

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